Sinopsis
«El caballero Gastón de Puyparlier, acaudalado terrateninente, falleció el 13 de octubre de 1874, a la edad de setenta y cuatro años. Durante la velada del 12 al 13 de octubre de 1874, poco antes de morir, Gastón de Puyparlier dictó su última voluntad al notario Arístides Rousselin. En ese testamento instituyó heredera universal de toda su fortuna a la señorita Dominique Vernier, con la que había sostenido un apasionado romance durante los últimos años de su vida. La referida Dominique, que era cuarenta y cuatro años menor que su amante, no pudo disfrutar de la fortuna que, en cierto modo, le había caído del cielo. Dos meses después del fallecimiento de su anciano enamorado tuvo la desgracia de morir atropellada por un landó. Le heredó su única hermana, Federica Vernier. La cosa, sin embargo, no acabó ahí…»
¿Por qué me decidí a leerlo?
Estaba en oferta, y me despertó curiosidad la sinopsis, con esa frase final de “La cosa, sin embargo, no acabó ahí…”. Aunque realmente no es una sinopsis, es el comienzo del libro…
¿Mereció la pena?
Sí, porque me ha parecido un libro entretenido, interesante y divertido, e incluso tiene momentos para reflexionar, sobre las percepciones y motivaciones de cada persona, las diferentes interpretaciones de una misma situación, la justicia, el amor… Lo que no me ha gustado es que me dejara con tantas dudas al final. Mejor dicho, una gran duda… Tal y como está escrito podría parecer que el autor está contando el caso real de una herencia, como si realmente el narrador se hubiera encontrado los documentos y los va analizando y haciéndose preguntas. Pero no, he mirado en internet y es todo fruto de su imaginación.
El autor usa un lenguaje muy florido, con expresiones antiguas. Eso hace que la narración tenga ciertos momentos divertidos, y el juicio se hace mucho más ameno. El juicio es para decidir a quién corresponde la herencia: al demandante, el sobrino vividor que casi no tenía relación con su tío, o a la demandada, la hermana de la mujer que enamoró o engatusó al tal Gastón de Puyparlier. Casi todo se centra en demostrar si Gastón estaba en plenas facultades para firmar ese testamento o no, y también en si Dominique Vernier era merecedora o no de la herencia (y por tanto sería para su hermana). Según van hablando los testigos vamos conociendo cómo eran (o parecían ser) Gastón de Puyparlier y Dominique Vernier, y cómo debió de ser su relación.
El libro está dividido en una breve introducción, una parte dedicada a los testimonios de los testigos presentados por la parte demandante, otra a los de los testigos presentados por la parte demandada, y otra a las pruebas documentales. Estas pruebas también están divididas según la parte que las haya presentado. Además, incluye unas consideraciones finales y un Post Scriptum. Todo narrado, comentado y explicado por un narrador desconocido. Este narrador, que no ha seguido el juicio, resume todo el proceso, explicando con sus palabras qué han declarado los testigos. De vez en cuando aclara si los testigos son fiables o no, cuál puede ser la estrategia de los dos abogados… Y se hace muchas preguntas, pero no todas quedan resueltas.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que les gusten las historias sobre juicios y estrategias legales, con un poco de humor, y a los que les gusten las historias donde no te puedes fiar de lo que diga nadie. Abstenerse los que quieran que todo quede atado y bien atado en la trama.
Ritmo de lectura
Bastante rápido, porque es un libro corto y, aunque no es una lectura sencilla por el vocabulario y la cantidad de detalles y personajes, la forma de escribir de Javier Tomeo me tenía enganchada.
¿Leerías algo más del autor?
Yo creo que sí. He leído que es un escritor con mucha imaginación, así que, si sus otros libros son tan amenos como este, creo que merece la pena leer algo más de él.
Lo acabo de leer. Después de obras mayores (la novela anterior, «Naná», de Émil Zola, era muy larga y profunda) suelo «descansar» con novelitas divertidas de Tomeo o, al menos, breves, como algunas de Stephan Zweig, Franz Kafka o Joseph Conrad.
Un narrador como Tomeo siempre es entretenido y correcto, sin llegar a la genialidad de los otros tres que he mencionado. Me lo he pasado muy bien, la verdad. Pero estoy seguro de que el autor, experto profesional en criminología, no lo es tanto en psicoanálisis: en el desarrollo del juicio sobre el testamento del sr. Pruyparlier se hace alusión y breve explicación del probable «complejo de Edipo» que sufrió el difunto caballero. La teoría de Sigmund Freud sobre dicho complejo no se publicó hasta el año 1910, es decir, unos 26 años después de la muerte del personaje de la novela de Tomeo en 1984, año en el que Freud aún no había llegado a cumplir los 20.
No es raro encontrar errores de este tipo incluso en los mejores autores. Tomeo queda disculpado. A quien haya disfrutado con esta novela le recomiendo tres del mismo autor: «Amado monstruo», «La ciudad de las palomas» y «El crimen del cine Oriente».
En el comentario que acabo de enviar hay un error mío: donde aparece la fecha de 1984 debe aparecer la de 1874.
Muchas gracias por la aclaración sobre el complejo de Edipo y las recomendaciones.