Abrí el dominical del periódico, como siempre por la última página para leer a mi adorado Antonio Gala y, ¿qué me encuentro? Un artículo de Javier Marías. Y me horroricé.
Pensé que el tal Marías le había usurpado la página y como castigo decidí no leerlo (aunque realmente nadie se iba a enterar de mi boicot). Solo podía pensar que «seguro que no es tan buen novelista como dicen» y además «su fama es debida solamente a que es el hijo de quien es» (más información en Wikipedia).
Como no soy nada rencorosa, acabé olvidando el castigo y empecé a leer otra vez el dominical por la última página, y descubrí que me gustaban sus artículos. Eso sí, una cosa era leer esto y otra muy distinta una novela suya, ¡de eso nada!
Pero ahí es donde aparece el buen hacer de una librera. Cuando Marías terminó la trilogía Tu rostro mañana (que no es trilogía según él, sino un libro en tres partes), mi librera de confianza de aquella época me la recomendó. Era una edición un poco cara y me vio reticente, así que me sacó el primer libro de bolsillo y acepté comprarlo.
Desde entonces no he parado de leer todas sus novelas, y eso que no quería…
Aquí su último libro: Berta Isla.