Sinopsis
En los últimos tiempos saltan a la prensa noticias como la censura del cartel de una exposición de Egon Schiele, se genera debate en torno a un cuadro de Balthus o a la Lolita de Nabokov… ¿Nos invade una oleada de neopuritanismo? ¿Se instaura el triunfo de la corrección política? ¿Asistimos a un cambio de paradigma moral, al triunfo de la censura y la autocensura? ¿O acaso lo que se está produciendo es una descalificación y hasta criminalización de la protesta? Este libro explora las verdaderas amenazas a la libertad de expresión, que no vienen de minorías, feministas u ofendidos, sino del poder político y legislativo. Porque señalar despectivamente al ofendidito no hace sino criminalizar su derecho, nuestro derecho como sociedad, a la protesta.
¿Por qué me decidí a leerlo?
El título y la sinopsis me parecían de lo más atractivo.
¿Mereció la pena?
Es alucinante ver últimamente cómo cualquier chiste u opinión nos ataca los nervios a todos y nos indigna, seamos de la ideología que seamos. Todo nos parece un insulto que no debemos aceptar. Siempre hay alguien que se va a sentir ofendido. Y todo esto ¿no será un poco puritano? Y de repente salen «los ofendiditos», que son legión, y se convierten en guardianes de lo políticamente correcto, o no. Pues de todo esto va este ensayo «sobre la criminalización de la protesta» que me ha parecido muy interesante.
Es curioso que nunca se haya disfrutado en Occidente de tanto progreso material y social, tenemos mucha más libertad que nunca, y, sin embargo, hay millones de denuncias por delitos de odio. Las minorías, que intentan reeducarnos a base de crear una histeria colectiva, están consiguiendo que esto parezca una caza de brujas, en todos los sentidos y hacia todo el que no comparta sus ideas. Estas avanzadillas retrógradas han encontrado una palabra perfecta para acusar a los que no piensan como ellos: “los ofendiditos», que según nos dice la autora es una invención conservadora. Lo curioso es que no arremeten contra el poder, son más de redes sociales y, en lugar de crear debate, la réplica es el linchamiento digital, y siempre se están quejando de que son silenciados. Y se disfrazan de incorrectos para defender ideas muy trasnochadas.
De eso va este libro, de los grupúsculos que, con clima inquisitorial, solo intentan criminalizar el derecho a protestar de determinados grupos sociales con los que no están de acuerdo. La autora utiliza el término «fiero analista», que es el que te va a decir lo que nadie quiere oír, es el que da la cara en las redes y utiliza el insulto, como «feminazis» o «puritanas», contra quien solo quiere dar su opinión, pero a él no le gusta. De la misma forma intenta quemar o hacer desaparecer obras literarias o artísticas.
En resumen, que si alguna vez en algún foro os llaman «los ofendiditos» ya sabéis que lo que quieren es parar vuestro derecho a opinión y a protestar. Ni caso, y a seguir con todas aquellas reivindicaciones que nos parezcan justas.
¿A quién se lo recomiendo?
A los que os gusten los ensayos.
A los feministas.
A los reivindicativos.
Ritmo de lectura
Se lee rápido.
¿Leerías algo más de la autora?
Sí, seguramente leeré algo más de esta autora.